Las elecciones han quedado atrás.
El pasado 1 de julio, la mayoría de ciudadanos con credencial de elector
decidieron democráticamente que Peña Nieto fuera el nuevo presidente de México. Una izquierda rebasada por viejos y
caducos discursos se tendrá que abnegar a cumplir un pacto de civilidad que
firmó su candidato López Obrador junto a
los presidenciables de los demás partidos en un acto solemne, civil y legal.
Por ello, el PRI se perfila a desarrollar apresuradamente, la manera en que
pueda hacer de nuestro lastimado México un lugar seguro y libre para vivir…
Para escribir el texto anterior,
tuve que ponerme en el lugar de un priista, pero lo cierto es que no tiene
sentido ni congruencia…. ¡NO! La elección pasada está en su punto más álgido.
La izquierda ha descubierto en poco menos de un año, lo que en el pasado la mayoría
de mexicanos sabía pero que se tomaba por normal, común. La compra de votos es
una estrategia “legaloide” para afianzar la popularidad y el voto entre las
comunidades humildes del país, las cuales son muy valiosas en tiempos electorales,
ya que se mueven al ritmo de una subasta.

México es un país con una
historia ligada a la pobreza, la dominación, el abuso, la corrupción; pero
también es el país unido al renacer, a lo nuevo, a las luchas sociales, a la
libertad. Sólo basta con que una antorcha se prenda para que poco a poco se
unan más. Las pruebas siguen saliendo, la gente despierta, y otras voces
intentan apagar el fuego, pero el incendio ya se extendió a los numerosos
sectores sociales. A ver con que salen para apagarlo, o dejan que se queme el
bosque…:S
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